Frase del dia

lunes, 16 de agosto de 2010

Austria e Italia: Una fragil alianza

Medalla con los escudos de los estados de la Triple alianza.

La grave crisis internacional provocada por el atentado de Sarajevo -en el mes de Julio de 1914- cogió por sorpresa a todos los países europeos, pero desato el pánico en los medios gubernativos y militares italianos, conocedores de que el país no estaba preparado en absoluto para afrontar los riesgos de una guerra. Ademas, hacia décadas que Italia estaba ligada a Alemania y Austria-Hungría mediante un tratado internacional que, aunque había sido renovado recientemente era considerado como una mera cobertura política. Italia había aceptado unir su propia suerte internacional a la de lo imperios centrales oponiéndose junto con ellos a Francia, Inglaterra y Rusia, exclusivamente por su resentimiento hacia las potencias coloniales. Francia e Inglaterra se habían mostrado hostiles a los deseos italianos de expandirse en África y esta actitud había inducido a la Italia de finales del siglo XIX a mirar con desconfianza a su "hermana latina", egoísta en demasía , y a Inglaterra, que proseguía su expansión sin tener en cuenta los intereses de los demás países. Por lo que respecta a Austria-Hungría, los italianos se daban cuenta de su potencia y de su poder de atracción sobre los eslavos y pensaban que se podían obtener grandes beneficios de eventuales expansiones de la doble monarquía. Las relaciones con Alemania, por ultimo, habían sido siempre buenas desde la tercera guerra de independencia, cuando en virtud de la victoria alemana frente a los austriacos, Italia consiguió el Veneto. Para completar la unidad nacional solo faltaban Trento y Trieste, como habian hecho notar reiteradamente los nacionalistas en ocasión de la celebración del cincuentenario de la unidad.

La alianza servia también para suavizar, en uno y otro bando, una tensión que de otro modo habría llegado a ser peligrosa, aunque no había logrado eliminar la atmósfera de recelo que presidia las relaciones entre austriacos e italianos. Por otra parte, habría resultado difícil que las cosas hubiesen sido de otra manera. Generaciones de austriacos y de italianos habían sido educadas en el odio y en el resentimiento hacia la nacion vecina. Los austriacos recordaban que las guerras del Piamonte les habían supuesto la perdida de las dos provincias mas bellas (y rentables) del imperio y como ello había sucedido tras una larga lucha con la intervención, en primer lugar, de la Francia de Napoleón III y después de la Prusia de Bismarck. En pocas palabras, los austriacos consideraban a los italianos poco menos que unos oportunistas que primero les habían robado Lombardia y después el Veneto, sin haber vencido una sola batalla decisiva sobre el terreno. Este resentimiento era correspondido de todo corazón por los italianos que habían aprendido en las escuelas que la obra del Risorgimiento nacional se había llevado a termino pese a la tenaz oposición de Austria y, aun mas combatiendo duramente contra dicho país.

Resulta difícil decir cuanto podía pesar ese odio atávico en la conciencia de los austriacos y de los italianos, pero algunos ejemplos pueden ayudar a entender la situación. La policía italiana se había visto compelida a intervenir duramente durante décadas para calmar los espíritus de los patriotas, que de vez en cuando se dejaban llevar por arrebatos nacionalistas y se levantaban en defensa de la italianidad de las tierras irredentas. Los austriacos correspondían a ese odio y a esa suspicacia. Baste un ejemplo: en ocasion del terremoto de Messina, que coloco en el año de 1908 a Italia frente a un desastre de gigantescas proporciones, el jefe del estado mayor austriaco, general Conrad Von Hotzendorf, propuso la realización de "un golpe de mano contra Italia, que en un momento como ese no estaría en condiciones de reaccionar...".
El valor de la triple alianza era, pues, muy limitado. En los ultimos años habia disminuido aun mas debido a la habil politica del embajador frances en Roma, Camille Barere, que habia favorecido a un reacercamiento entre Paris y Roma en el mismo momento en que se creaba la Entente Cordiale entre Francia e Inglaterra. De ese enfriamiento de las relaciones eran conscientes, por lo demas, los mismos austriacos que, aun habiendo suscrito con italianos y alemanes la renovacion del protocolo que sancionaba la alianza, no ocultaban su recelo.

A la luz de todos estos datos resulta bastante sorprendente que los austriacos llegaran a creer, al día siguiente del atentado de Sarajevo, en la posibilidad de que la alianza se decantara inmediatamente. En base a los acuerdos de la Triple Alianza, cada uno de los tres países estaba obligado a intervenir en defensa de otro en caso de que este ultimo fuese atacado. Hubiera resultado difícil admitir que el gobierno servio había agredido a Austria-Hungría por el simple hecho de que un grupo de terroristas había asesinado al heredero al trono y a su mujer. Entre otras cosa, el gobierno italiano solo recibió del austriaco una copia del ultimátum a Servia una vez que este había sido presentado, lo que constituía una incorrección diplomática con un aliado del que se esperaba que tomase las armas y descendiese al campo de batalla. Como el presidente del consejo de ministros, Salandra, hizo comunicar en Berlin y Viena, esa forma de proceder constituía una autentica violación del articulo 7 del tratado, lo que dejaba entrever la decisión italiana de no reconocer por mas tiempo la alianza. La toma de posición del gobierno de Roma tuvo el efecto de una bomba en Viena, donde enseguida se acuso a los italianos de traición. No obstante, el embajador alemán en Roma, Von Flotow, admitió en el curso de una conversación con Salandra, que los austriacos habían cometido en efecto, una incorrección y que probablemente lo había hecho con la intención de atrapar a los italianos. El diplomático alemán dio también a entender que esa violación podía desligar efectivamente a Italia de sus obligaciones con las potencias de la Triple Alianza.

Así, mientras en Berlin, y especialmente en Viena, los manifestantes gritaban todo su odio contra hacia Italia, que "se retiraba de la lucha sin mantener sus compromisos", en Roma daba comienzo un debate sobre la conveniencia de intervenir en la guerra y de hacerlo en el bando de los enemigos de Austria.

Bibliografia:
The struggle for the mastery in Europe: 1848-1918(Oxford History of Modern Europe) A.J.P. Taylor
A.Gramsci, "Il Risorgimento", Torino, 1966
Wikipedia

No hay comentarios:

Publicar un comentario