Frase del dia

jueves, 16 de septiembre de 2010

Europa en llamas (III)



El cuadrilátero lombardo.

Aun hubo otra zona del imperio austriaco que se rebelo: el norte de Italia. En 1848 Lombardia y Venecia estaban gobernadas como posesiones austriacas, y al sur había varios pequeños estados que sufrían la misma dominación. En 1848 los nacionalistas italianos en Lombardia organizaron un boicot al tabaco para privar a los austriacos de los ingresos que obtenían con su impuesto. En Milán la muchedumbre atacaba a los que fumaban por las calles, entre ellos a soldados austriacos, a quienes las autoridades habían proporcionado una ración gratis de cigarros. Las noticias de la destitucion de Metternich y la rebelión húngara convirtieron los disturbios en un alzamiento general, y los italianos de Lombardia y Venecia, arrebataron el poder a los austriacos.
Los nacionalistas italianos sabían que para triunfar necesitaban la ayuda de un ejercito entrenado y bien equipado. Solicitaron la ayuda de Carlos Alberto, rey de Piamonte, estado pequeño y floreciente, para respaldar las revueltas de Lombardia y Venecia. Carlos Alberto odiaba a los austriacos, pero dudaba que su pequeño ejercito pudiese derrotarlos. Tras perder unos días que eran preciosos, el rey, al que los exasperados nacionalistas llamaban "Re Tenteuna", declaro la guerra a Austria.
Los austriacos estaban al mando de su comandante en jefe en Italia, el mariscal Radetzky, un veterano de ochenta y dos años que había luchado contra los turcos antes de la revolución francesa. Cuando los rebeldes le expulsaron de Milan en 1848 tuvo que abandonar la mayoría de sus puestos militares en el norte de Italia. Pero hábilmente, consiguió retirarse con la mayor parte de sus tropas al cuadrilátero lombardo, zona estratégica limitada por montañas, dos ríos y las ciudades de Verona, Mantua, Peschiera y Lagnano, que guarnecia el paso del Brennero, de acceso a Italia desde Austria. En Milán, junto al ayuntamiento, se formo un consejo de guerra presidido por Cattaneo. Venecia se sublevo también el 22 de Marzo. La declaración de guerra del Piamonte obligo a Pio XI y a Fernando II a intervenir para equilibrar la hegemonía del Piamonte, sobre cuyo ejercito gravitaba casi todo el peso de la guerra. Pero las desavenencias entre los distintos Estados Italianos no tardaron en ponerse en manifiesto. El Piamonte buscaba una solución anexionista y dinástica para la Italia septerional (Lombardia y Venecia) y a este fin subordinaba también el modo de llevar la guerra; los otros soberanos eran partidarios de formar una confederación de estados italianos, bajo la presidencia del pontífice. La situación precipito la alocucion papal el 29 de Abril; Pio IX, invalidado su política anterior, afirmo que la Santa Sede debía permanecer por encima de la contienda. Tras la alocucion, las tropas pontificias se retiraron de la guerra, ejemplo imitado muy pronto por Fernando II. Se disolvia el federalismo neoguelfo, mientras que, por el momento, parecía afirmarse el programa anexionista piamontes. Sin embargo, después de una serie de victorias decisivas, fue derrotado por Radetzky en Custoza (27 de Julio). Perseguido hasta las puertas de Milán, no pudo defender la ciudad. Cruzo nuevamente el Tesino con su ejercito y se vio obligado a pedir el armisticio, firmado por el general Salasco el 9 de Agosto.

Alemania: la corona de barro y madera.


En el año de 1848 estallaron también revueltas en Alemania, otro gran pais europeo que no había logrado la unidad nacional. En 1815 había sido dividido en una confederación de treinta y ocho estados dominados por Austria. No es de extrañar que Metternich se opusiese a cualquier cambio en Alemania y suprimiese toda oposición a la estructura del gobierno. Su caída estimulo a los nacionalistas germanos, que pensaron en Prusia para liberar a su patria de la garra austriaca. El rey Federico Guillermo IV de Prusia no era un liberal. Sin embargo, cuando las luchas callejeras estallaron en Berlin en 1848, perdió su flema y capitulo, sancionando una constitución liberal para Prusia.
A pesar de ello Federico Guillermo quiso encabezar el movimiento de la unidad Alemana y declaro: "Desde este momento Prusia es absorbida en Alemania". Esto animo los nacionalistas a celebrar elecciones en todos los estados alemanes para elegir un parlamento nacional que se reuniría en Frankfurt. Constaba de quinientos ochenta y seis miembros, casi todos pertenecientes a las clases medias profesionales. Tras largos debates, el parlamente de Frankfurt decidió que Alemania debia tener un emperador hereditario con poderes estrictamente limitados y ofreció el cargo a Federico Guillermo.
El rey de Prusia rechazo la propuesta con vehemencia, replicando que "no aceptaría una corona de barro y madera procedente del arroyo", ni gobernaría como "el esclavo de la revolución". Abandono rápidamente su precipitada conversión a la causa revolucionaria y se convirtió en un príncipe alemán a la antigua, que creía en el derecho divino de los reyes.
Otros gobernantes alemanes siguieron su ejemplo y el parlamento de Frankfurt pronto se disolvió. Se restableció la antigua confederación alemana y los príncipes reafirmaron su autoridad.


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sábado, 11 de septiembre de 2010

Europa en llamas (II): Las revoluciones en Austria



Los Habsburgo durante la revuelta.

Este era el ultimo de los torbellinos revolucionarios del Siglo XIX (los anteriores tuvieron lugar en 1820 y 1830). Todos tenían un punto de partida común: el orden político europeo surgido del congreso de Viena. Es decir, la restauración de las monarquías absolutistas que habian sido desplazadas de sus respectivos tronos durante el dominio napoleónico. Evidentemente, para tal restauración no se había contado con la amplia mayoría liberal, y esta, en un momento especialmente delicado en la economía (con la reciente plaga de la patata; la quiebra del comercio colonial en Inglaterra; el hundimiento del pequeño comercio en Francia), tradujo sus aspiracioens políticas en una serie de alzamientos liberales y un exaltado fervor nacionalista.
A consecuencia de la oleada se creo el primer Parlamento alemán en Frankfurt, paso previo para la unificación alemana bajo la enseña prusiana. En Austria calaron también los ecos revolucionarios. Sucedió justo cuando Francisco Jose, educado por su rígida madre en complicidad con Metternich y ante la mirada indiferente de su tío el emperador y su padre, cumplió los 18 años. Tras la radicalizacion de la revuelta en Viena, surgieron en tierras checas y húngaras una serie de movimientos nacionalistas que fluctuaban entre la demanda de plena autonomía dentro del imperio y la secesión.
El clima de agitación social se generalizo. Desde Praga llegaron nuevas demandas de reforma constitucional, y el día 13 la reunión de la Dieta de la Baja Austria en Viena se vio interrumpida por una manifestación de estudiantes y obreros, que iniciaron una marcha hacia al palacio imperial exigiendo medidas liberales y la dimisión del canciller Metternich. Esta se produjo al día siguiente, y el 15 el Emperador acepto la creación de la guardia nacional y autorizo la Libertad de prensa. El diplomático Felix de Schwarzenberg ocupo el puesto del canciller, y Fernando I se vio obligado a abdicar en su sobrino, el joven archiduque Francisco Jose I.


Hungría y Croacia

La resistencia húngara contra el gobierno austriaco fue particularmente activa. Hungría formaba parte del imperio austriaco, gozaba desde antaño de privilegios políticos especiales y tenia una Dieta o asamblea legislativa propia. Los nacionalistas húngaros estaban dirigidos por un radical despiadado, Luis Kossuth; en su juventud había alcanzado una gran popularidad como escritor de panfletos, en los que atacaba agriamente la dominación austriaca en Hungria.
Cuando tuvo noticias de los acontecimientos franceses de 1848, declaro violentamente: "Un suspiro pestilente se extiende sobre nosotros desde el osario del sistema vienes, paralizando nuestros nervios y aniquilando nuestro espíritu nacional." Kossuth no solo pedía reformas demoledoras, sino también la equiparacion de Hungría con Austria. El gobierno austriaco, demasiado débil para negarse, tuvo que ceder,y Hungría se convirtió en un estado autónomo dentro del Imperio austriaco.
Mientras tanto, en las provincias meridionales del Imperio tenían lugar acontecimientos similares. En Croacia se reunió una Dieta que exigió la restauración de los antiguos derechos del país y de la lengua vernácula. El conde Jelacic, gobernador de Croacia, dirigía el movimiento. Pero los húngaros consideraban a Croacia como territorio suyo y se opusieron a esas exigencias. Jelacic envió tropas croatas contra los húngaros, probando su lealtad al emperador austriaco, pero fue derrotado. En abril de 1849 Kossuth era proclamado regente de Hungría totalmente independiente.
Desesperado, el gobierno austriaco pidió ayuda al zar de Rusia. Este temía que surgiese victorioso un estado rebelde en las fronteras de la Polonia rusa, donde el pueblo tenia todavía mas razones para el descontento que en Hungría. Los ejércitos austriaco y ruso unidos; ayudados por los croatas de Jelacic, aplastaron a los húngaros en agosto de 1849, cometiendo terribles atrocidades. Kossuth huyo a Turquía y mas tarde a Inglaterra. La constitución húngara fue abolida y el país degradado a simple provincia del imperio austriaco.

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viernes, 10 de septiembre de 2010

Europa en llamas

Barricadas en la Rue Sufflot

En 1848, año de revoluciones, las barricadas, cerraban las calles de muchas capitales europeas. Las clases surgidas de la revolución industrial aun no eran un temible adversario para los viejos regímenes.

Entre 1815 y 1848, la forma de vida imperante desde hacia siglos se transformo en Europa. Los artesanos rurales, cuyo trabajo ya no era necesario, se aglomeraron inquietos y esperanzados ante los centros industriales, que crecían sin cesar.
La sociedad europea de 1848 se centraba en las ciudades. Las ideas que en Francia habian puesto en duda el orden establecido hasta la Revolución, florecieron de nuevo en las activas villas y ciudades y se extendieron por todo el continente, gracias auna red de ferrocarriles cada vez mas ramificada.
Pero el fermento de cambio no parecía afectar a los gobernantes. La mayoria de ellos hacian pocos esfuerzos por atender a las nuevas exigencias del mundo moderno. Su actitud hizo inevitable la tormenta revolucionaria que se desato en 1848.
Por estas fechas dominaba la diplomacia europea el principe Von Metternich, canciller del imperio austriaco. Ocupaba esa posición predominante desde el tratado de paz del Congreso de Viena, que acabo en 1815 con las guerras napoleónicas. Habia jugado un papel importantisisimo en el trazado del nuevo mapa de Europa y en la restauración en sus tronos de las familias gobernantes europeas.
La crisis económica europea internacional de 1846 y las malas cosechas de 1846 y 1847 provocaron oleadas de manifestantes hambrientos en muchas ciudades de Europa central e hicieron crecer el descontento de los campesinos. Algunos de los enemigos políticos de Metternich dentro del propio Imperio austriaco trataron de utilizar estas quejas para alzar el pueblo contra el gobierno.

Francia: el socialismo "utópico"

Sin embargo, las revoluciones de 1848, como las anteriores de 1789 y 1830, comenzaron en Francia. El rey francés Luis Felipe, puesto en el trono en 1830 por el pueblos de Paris, fue aclamado como el "rey ciudadano", pero el agitado mundo de 1848 destacaba como reaccionario.
El escritor y político Alphonse de Lamartine hizo el siguiente comentario sobre el regimen de Luis Felipe: "Francia es una nación que esta aburrida".
El contraste entre las condiciones de vida de los pobres y la riqueza de las clases propietaria dominante agito las conciencias de un cierto numero de escritores y pensadores de los que proceden las ideas fundamentales del socialismo. Entre aquellos socialistas "utópicos", el que tuvo mayor influencia fue Louis Blanc, que en 1840 publico La organización del trabajo. Este libro proporciona una gran popularidad entre los trabajadores franceses, cautivados por la simplicidad de sus propuestas. Denuncio la competencia en la industria y abogo por el establecimiento de unos talleres nacionales en régimen de cooperativa, con apoyo financiero del gobierno. Con ellos todos los hombres tendrían asegurado su "derecho al trabajo".
La revolución francesa de 1848 comenzó en Febrero con disturbios promovidos por las encolerizadas clases trabajadoras de París. Empezaron exigiendo reformas y rápidamente pasaron a pedir la república. A la edad de setenta y cuatro años el rey estaba cansado, desilusionado y demasiado débil para resistir. Abdico cas inmediatamente y se exilio a Inglaterra. La prensa de París, tanto tiempo acallada por la censura, se lanzo decididamente a la critica política. En un periódico parisiense de tendencia moderada se anuncio un gobierno provisional encabezado por Lamartiene, y la multitud lo aclamo, invadiendo la Asamblea. Casi al mismo tiempo, un periódico socialista propina un gobierno de compromiso, con algunos de los nombres de la primera lista, pero incluyendo a Louis Blanc. Rápidamente se formo un gobierno provisional del que formaban parte tanto Lamartine como Louis Blanc.
No es de extrañar que dicho gobierno estuviese dividido desde el principio. Presionado por los socialistas, estableció en París sin mucho entusiasmo los talleres nacionales que pedia Louis Blanc. A ellos acudieron miles de trabajadores en paro. Pronto llego el momento en que solo podían ofrecer dos días de trabajo por semana, pagando un subsidio el resto de los dias. El sistema fallo moral y económicamente, y el gobierno cerro los talleres, suprimió los movimientos de los trabajadores y Louis Blanc siguio a Luis Felipe en su exilio a Inglaterra.


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lunes, 6 de septiembre de 2010

Imagen de la semana

HMS britania después de haber sido golpeado por un torpedo cerca de Gibraltar

El trialismo y la cuestion iliria



Aspiraciones de la Gran Serbia en 1912

El siglo XX europeo se abrió, y se cerro, con sendas crisis bélicas que tuvieron un mismo escenario: el conjunto de territorios que, a lo largo de la centuria, fue conocido como Yugoslavia.

Los pueblos eslavos meridionales, o yugoslavos, se habían ido constituyendo, desde los inicios de la Edad Media, con la aportación de elementos diferenciales: cristianismo, catolicismo u ortodoxo, e islamismo, alfabeto latino o cirilico, influencias culturales griegas, turcas o germánicas, sumisión a Austria o Turquia... De todas estas diferencias, la mas patente a comienzos de la pasada centuria era división entre los que estaban integrados en el imperio austro-húngaro y los que habían sido súbditos otomanos. Los primeros mantenían un intenso contacto con el mundo centro europeo, de raíces germánicas . Y los segundos habian vivido un largo periodo de relativo aislamiento con respecto a las pautas culturales europeas, antes de crear estados independientes bajo la influencia, mas o menos manifiesta, de Rusia.

Una gran Serbia

Pese a todo ello, entre los sureslavos siempre existió un sentimiento de comunidad étnica, que se vio favorecido cuando, durante la primera mitad del siglo XIX, un grupo de lingüistas fijo un idioma común para serbios y croatas, el serbiocroata, si bien cada pueblo adopto un alfabeto distinto, conforme a sus diversas pautas culturales y religiosas. A la normalizacion lingüística se unio la actuación de una escuela historiografica que reivindicaba los lazos comunes de los eslavos meridionales y un pasado glorioso frente a sus vecinos alemanes, magiares, griegos y turcos.

De este sedimento surgió, sobre todo entre la elite cultural croata, el movimiento conocido como ilirismo, con referencia ala Iliria de la antigüedad, buscaba un renacimiento eslavo bajo pautas culturales políticas comunes para eslovenos, croatas y serbios, que no implicaban necesariamente el rechazo a la soberanía de los Habsburgo. De hecho, tras el compromiso austrohungaro de 1867, que frustraba las expectativas de las minorías eslavas del imperio y que liquido prácticamente el ilirismo, muchos de sus seguidores asumieron la "solución trialista", que pretendía convertir la monarquía dual en una confederación de carácter étnico, en la que los eslavos meridionales tuvieran su propio estado, en pie de igualdad con los germanos y magiares.

Ilia Garasanin

Pero este planteamiento era ajeno a los nacionalismos particularistas, que llevaban tiempo desarrollándose entre los diversos sureslavos. El mas potente, puesto que contaba con Estado propio, era el serbio. Su visión de una gran Serbia que abarcara todos los Balcanes occidentales, que había sido expuesta en programa, el Gran Proyecto, publicado en 1844 por el político conservador Ilia Garasanin. Su cumplimiento requería, mas que el consenso entre los pueblos eslavos, de su separación de Austria-Hungria y Turquía que permitiera a Belgrado unificar la región bajo la soberanía serbia. pero este proyecto no solo encontraba la lógica oposición de Viena y Constantinopla, sino también la hostilidad de los nacionalismos eslavo y croata. Este ultimo, el croatismo, defensor de una Gran Croacia que incluyera Dalmacia y Bosnia-Herzegovina, se convertiría en una amenaza creciente para la estabilidad de la Monarquía Dual.

A comienzos del siglo XX, la "cuestión yugoslava" se había convertido en rompecabezas de difícil solución. El control que austriacos y húngaros ejercían sobre la regio era crecientemente contestado y favorecía la acción de los círculos nacionalistas de Belgrado. Pero la posibilidad de ser integrados en una Gran Serbia provocaba ab ierto rechazo entre las restantes etnias eslavas. A su vez, el nacionalismo croata era contemplado como una amenaza por la numerosa comunidad serbia de Austria-Hungría.

La paz europea, en peligro

En este contexto, reapareció con fuerza el ilirismo. Los neoirilistas creyeron encontrar durante algún tiempo apoyo a su proyecto trialista en ciertos círculos políticos vieneses y en medios cortesanos, incluido el propio heredero del trono, archiduque Francisco Fernando. Pero, de cualquier forma, la renovación del compromiso austromagiar en 1907 y la anexión directa al imperio, un año después de Bosnia-Herzegovina, parecían condenar al fracaso cualquier intento que intentase corregir las tendencias dominantes de germanización y magiarizacion forzosas de las minorías étnicas.

En el verano de 1914, los eslavos meridionales de Austria-Hungría estaban lejos de compartir un proyecto político común. Pero su oposición a lo que representaba la continuidad de la confederación dual austrohungara era cada vez mas generalizada y, como demostró sobradamente el magnicidio de Sarajevo, ponía en serio peligro la paz en Europa, Sin embargo, muy pocos apostaban entonces por la nueva solución trialista que, de la mano de los aliados triunfantes, se impondría al final de la Gran Guerra, el reino de los serbios, croata y eslovenos, la Yugoslavia unitaria, regida desde Belgrado por los Karageorgevich.